El eterno número 23 volvió a sentir nervios… pero no en una final de la NBA. Michael Jordan, considerado por muchos el mejor basquetbolista de todos los tiempos, confesó que llevaba años sin tocar un balón de basketball, hasta que una situación inesperada lo llevó a revivir una sensación que no experimentaba desde su retiro: el miedo a fallar.

¿Por qué Michael Jordan había dejado de jugar?

Desde su retiro definitivo en 2003, Jordan ha optado por mantenerse alejado de las canchas, dedicando su tiempo a su familia, sus negocios y su pasión por el golf. En su reciente debut como colaborador en las transmisiones de la NBA en NBC, el legendario exjugador reveló que no había vuelto a lanzar un solo tiro en todo este tiempo.

“He pasado años sin tocar un balón de básquetbol”, admitió. “Después de mi carrera, necesitaba disfrutar la vida sin la presión constante de competir. Pasar tiempo con mis hijos y alejarme del ruido fue lo mejor que pude hacer.”

Un tiro libre que lo hizo temblar

El reencuentro con el balón llegó de la forma más inesperada. Durante su visita a la Ryder Cup, un prestigioso torneo de golf, Jordan alquiló una casa que casualmente tenía una cancha de basketball. El dueño de la propiedad, sabiendo quién era su inquilino, le pidió que hiciera un tiro.

El seis veces campeón de la NBA aceptó el reto, pero lo que sintió lo tomó por sorpresa:

“Cuando me acerqué para lanzar el tiro libre, estaba más nervioso que nunca en años. Esos niños que estaban allí habían escuchado historias de sus padres sobre lo que hice hace 30 años. Quería cumplir con sus expectativas… y eso me puso presión de verdad.”

Jordan confesó que ese simple lanzamiento lo hizo recordar por qué el baloncesto siempre fue tan especial para él: no por los títulos, sino por la conexión con la gente. “Alegrar a ese chico con un solo tiro hizo mi semana entera”, añadió.

El hombre detrás del mito

A sus 62 años, Michael Jordan sigue siendo una figura casi mítica. Pero su testimonio deja ver un lado humano que pocas veces muestra: el del competidor que aún siente la presión del público, incluso después de dos décadas lejos de las canchas.

Más que un simple lanzamiento, fue un recordatorio de su legado. Y aunque el balón ya no gira en sus manos tan seguido, está claro que cada vez que lo hace, el mundo vuelve a contener la respiración.