El 12 de julio marca un hito para Vinícius Junior, quien celebra 25 primaveras tras completar su séptima campaña con Real Madrid. Los números respaldan su impacto: 322 partidos, 106 goles y 14 trofeos, incluidos dos títulos de Champions League en los que firmó dianas decisivas para la Decimocuarta y la Decimoquinta. La guinda a su palmarés llegó esta temporada con el premio The Best FIFA Men’s Player, reconocimiento que confirma su ascenso a la élite mundial.

Sin embargo, la fiesta de aniversario coincide con un periodo de escrutinio. La imagen del brasileño riendo en el banquillo tras la humillante derrota 4‑0 ante PSG en las semifinales del Mundial de Clubes encendió las redes y reavivó el debate sobre su compromiso. Para buena parte del madridismo, la escena reflejó una desconexión alarmante en una temporada en la que el extremo sumó apenas 14 goles y 11 asistencias en 43 encuentros oficiales, muy lejos de las expectativas depositadas en el heredero de Karim Benzema.

El nuevo entrenador, Xabi Alonso, tomó nota. Tras el batacazo en Arabia, el técnico vasco anunció una “reconstrucción a dos años” y señaló la necesidad de mayor solidaridad defensiva de sus figuras ofensivas, con el propio Vinícius y Kylian Mbappé –máximo goleador merengue con 44 tantos en su campaña de debut– en el punto de mira. La directiva respalda esa línea dura: nombres como Rodrygo, Brahim Díaz y Dani Ceballos podrían salir, mientras se buscan refuerzos en la zaga y el mediocampo para devolver equilibrio al once.

Entre la efervescencia del mercado y la presión mediática, el cumpleaños del ‘7’ se convierte en un recordatorio de su dualidad: talento desequilibrante y personalidad aún por pulir. El club necesita que su estrella abrace el liderazgo dentro y fuera del césped, justo cuando la exigencia histórica invita a olvidar rápidamente los laureles pasados. Si algo ha demostrado la afición blanca, es que celebra con pasión, pero también exige sin concesiones.

A sus 25 años, Vinícius encara una temporada clave: consolidarse como referente indiscutible o ceder terreno en un vestuario en plena metamorfosis. El próximo curso dirá si la sonrisa que desató la polémica evoluciona en la mueca triunfal de quien, al fin, combina desborde, gol y madurez para guiar a Real Madrid hacia una nueva era de conquistas.