El italiano Edoardo Bove, centrocampista de la Fiorentina, volvió este lunes al Estadio Artemio Franchi de Florencia, donde el pasado 1 de diciembre sufrió una parada cardiorrespiratoria durante un partido contra el Inter de Milán. En esta ocasión, presenció desde el banquillo el enfrentamiento de su equipo ante el Udinese.

Gracias a un permiso especial concedido por la Federación Italiana de Fútbol (FIGC), Bove tuvo la oportunidad de saltar al césped durante el calentamiento y acompañar a sus compañeros desde el banquillo, en lugar de permanecer en la grada. Este gesto fue recibido con una cálida ovación por parte de los aficionados.

Un camino de recuperación con desafíos
El jugador de 22 años, que pertenece al AS Roma, recibió el alta hospitalaria el pasado viernes 13 de diciembre tras la implantación de un desfibrilador subcutáneo. Este dispositivo, aunque removible, será clave en su futuro deportivo, ya que Bove deberá esperar los resultados de exámenes médicos que determinen las causas de su colapso para decidir si puede retirarlo.

De acuerdo con la estricta normativa en Italia, el centrocampista solo podrá volver a jugar en la Serie A si se quita el desfibrilador. De lo contrario, tendrá que continuar su carrera fuera del país, como lo han hecho jugadores como el danés Christian Eriksen en el Manchester United y el neerlandés Daley Blind en el Girona, quienes compiten en ligas con regulaciones más flexibles.

La emotiva presencia de Edoardo Bove en el Artemio Franchi no solo marcó un hito en su recuperación, sino que también reflejó la resiliencia de un jugador decidido a superar los desafíos que enfrenta en su carrera.