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El sorprendente ritual de medio tiempo de Stephen Curry para ganar un partido de la NBA
Incluso las leyendas de la NBA necesitan un impulso a veces. Steph Curry lo encuentra viendo sus mejores jugadas e incluso leyendo redes sociales durante los partidos.
No todos los días se tiene la oportunidad de ver de cerca qué motiva a un talento generacional como Steph Curry.
Sin embargo, gracias a su cuñado y excompañero Damion Lee, quien habló recientemente en el pódcast Straight 2 Cam de Cameron Brink y Sydel Curry-Lee, los fans descubrieron que Steph Curry se mantiene concentrado con un ritual de medio tiempo bastante inusual: busca su propio nombre y ve videos de sus mejores jugadas—no solo por entretenimiento, sino como combustible.
Según Lee, Curry revisaba lo que se decía sobre él en Twitter durante el descanso, absorbiendo tanto los comentarios buenos como los malos, y a veces incluso respondía en la cancha con gestos como el de los “brazos de avión” después de que un fan se lo pidiera por un tuit.
Después de unos minutos empapándose del ambiente en línea, Curry guardaba su teléfono y volvía a la cancha, canalizando tanto los elogios como las críticas en una actuación más inspirada.
Convertir las críticas en motivación
Lo que distingue a Curry no es solo su puntería legendaria, sino su capacidad de aprovechar cualquier tipo de energía—positiva o negativa—para elevar su nivel de juego. Si un comentario en redes sociales o un tuit duro llega a sus ojos, no lo desestabiliza. Al contrario, parece encender una marcha más.
Esta habilidad para convertir la duda en dominio no es nueva para Curry. Él mismo ha admitido en entrevistas que, cuando necesita “un poco de inspiración,” suele volver a ver partidos clave de su carrera, como aquella noche en la que anotó 62 puntos contra Portland.
Su maratón de highlights, ya sea en YouTube o en Twitter, no se trata de vanidad, sino de reconectar con su espíritu competitivo y recordarse a sí mismo hasta dónde ha llegado.
Una leyenda en crecimiento
El enfoque de Curry hacia la motivación resulta aún más fascinante por su contexto profundamente personal y familiar. Cameron Brink, la segunda elección del draft de la WNBA y ahijada de Curry, suele compartir estas historias íntimas, ofreciendo a los fans un acceso inusual a las peculiaridades privadas que alimentan su grandeza pública.
El vínculo entre Brink y Curry, sumado a la perspectiva interna de Lee, añade otra dimensión a la leyenda de Curry: un superastro que afronta el juego con alegría, un showman que juega por amor al momento, pero que siempre está buscando la próxima chispa.
Mientras algunos atletas prefieren aislarse del ruido, Curry se sumerge en él, utilizando todo—desde jugadas espectaculares hasta el escepticismo en internet—para impulsarse a sí mismo y a su equipo. En una NBA marcada por el escrutinio constante, su método es un testimonio de la mentalidad de un verdadero campeón: siempre hambriento, siempre en busca de combustible, siempre listo para el próximo gran momento.