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Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto: Del Odio al Amor
En la vida, sobre todo en las relaciones interpersonales, es común escuchar que para pasar del amor al odio solo se necesita un “mal paso” o, a veces, “una palabra o una acción mal ejecutada en el momento menos adecuado”. Sin embargo, también sucede lo contrario, es decir, pasar del odio al amor. El fútbol, como siempre, nos ofrece ejemplos de este tipo de cambios. Un claro testimonio de esta transformación lo podemos encontrar en la historia de dos exjugadores, que ahora son entrenadores: Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto.
El fútbol como testigo de la transformación
Este miércoles 9 de abril, en la segunda jornada de la fase de grupos de la Copa Libertadores, se vivirá un duelo muy particular. Olimpia, tres veces campeón de la Copa, recibe a Vélez Sársfield, una vez campeón del torneo. A este duelo se le suma un dato curioso: ambos equipos estarán dirigidos por Martín Palermo (entrenador de Olimpia) y Guillermo Barros Schelotto (entrenador de Vélez Sársfield).
La rivalidad de La Plata: de la hostilidad a la amistad
Ambos nacieron en La Plata, una ciudad de la provincia de Buenos Aires, famosa por su feroz rivalidad entre Estudiantes y Gimnasia y Esgrima. Palermo, quien se formó y debutó en Estudiantes, y Barros Schelotto, quien hizo lo mismo en Gimnasia, protagonizaron en sus años juveniles enfrentamientos llenos de pasión, tensión y, sobre todo, una rivalidad que los llevó a odiarse mutuamente. Este odio no era superficial, sino que se basaba en la fuerte personalidad de ambos jugadores, un odio que parecía inmortal.
Un giro inesperado: Boca Juniors y la reconciliación
A mediados de la década de 1990, la vida les dio una vuelta de 180 grados cuando ambos fueron contratados por Boca Juniors. En los primeros días, la tensión era palpable; ni se miraban a la cara. A pesar de la hostilidad que arrastraban de su rivalidad en La Plata, ambos cumplían profesionalmente con su compromiso en el club. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa animosidad se fue desvaneciendo.
Juntos comenzaron a formar una dupla letal en la delantera, especialmente después de la llegada de Carlos Bianchi como entrenador. Guillermo centraba y Palermo convertía, una combinación que resultaba infalible. En la cancha, se entendían perfectamente, y esta relación se trasladó al vestuario, donde nacía una amistad sólida que perduraría con el tiempo.
Un legado de títulos y amistad duradera
Lo que comenzó como una enemistad feroz terminó transformándose en una de las duplas más exitosas y queridas en la historia de Boca Juniors. Juntos, ganaron títulos nacionales e internacionales y se convirtieron en ídolos, siendo parte fundamental de una época gloriosa para el club. Esa amistad que creció dentro del campo de juego siguió fuera de él, consolidándose como un referente de la relación entre dos grandes del fútbol argentino.
De rivales a colegas: un nuevo capítulo
Este miércoles, Palermo y Barros Schelotto se verán las caras nuevamente, pero ya no como jugadores en el corazón de la rivalidad platense, sino como entrenadores de clubes rivales. Ambos se han transformado, no solo como profesionales, sino también como personas. Ahora, con la madurez que les otorgan los años, dirigirán a sus respectivos equipos con la misma pasión y compromiso que los caracterizó en su época de jugadores. El odio de antaño dio paso al amor y respeto por su profesión y por el fútbol, dejando atrás la hostilidad y consolidando una amistad que ha perdurado con el tiempo.