La final de la Copa del Rey entre Real Madrid y Barcelona, que se disputará este sábado en el estadio de La Cartuja, ha quedado marcada por una fuerte polémica extradeportiva antes incluso de que ruede el balón. La tradicional rueda de prensa arbitral previa a la gran cita se transformó en un escenario de advertencias y mensajes duros por parte de los colegiados designados para el encuentro.

Ricardo De Burgos Bengoetxea, árbitro principal, y Pablo González Fuertes, encargado del VAR, denunciaron públicamente el acoso y las críticas constantes que reciben desde distintos frentes, especialmente tras los ataques surgidos en medios oficiales de clubes. De hecho, pocas horas después de conocerse su designación, Real Madrid TV publicó un video recopilando supuestos errores del árbitro vasco en partidos pasados frente al conjunto blanco.

“Los vídeos que hagan me dan igual. Sé qué tengo que mejorar y lo que debo hacer, pero ya basta”, comentó De Burgos. Más contundente fue González Fuertes, quien denunció que “cuando se acusa constantemente de robo, esa frustración acaba afectando a quienes empiezan en el arbitraje. A los niños que se ponen un silbato para pitar un partido escolar”.

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Pese al clima de tensión, no hay indicios reales de que la final vaya a ser suspendida. Sin embargo, la tensión ha alcanzado un nivel insólito. González Fuertes aseguró que el colectivo arbitral está más unido que nunca y que se avecinan decisiones drásticas: “Estamos al límite. No vamos a seguir permitiendo lo que está ocurriendo. En breve habrá noticias”, advirtió.

Por su parte, el técnico del Barcelona, Hansi Flick, mostró su desconcierto ante el ambiente que rodea la final: “Nunca viví algo así en Alemania. Esto es fútbol, un deporte. Hay que respetar a los árbitros, cuidarlos. Es nuestra responsabilidad”. El alemán se mostró crítico con la actitud beligerante de algunos sectores y subrayó que una final debería ser motivo de celebración, no de confrontación.

La respuesta del Real Madrid ha sido el silencio. El club decidió no acudir a la rueda de prensa oficial, tampoco se entrenará en La Cartuja ni participará en los actos institucionales previos. Ni Carlo Ancelotti ni ningún jugador ofreció declaraciones, y el presidente Florentino Pérez tampoco asistirá a la cena oficial organizada por la RFEF.

En este contexto de máxima tensión, el Clásico por la Copa del Rey se presenta no solo como un duelo deportivo, sino también como un reflejo del ambiente tóxico que rodea actualmente al fútbol español. Lo que está claro es que, gane quien gane, la polémica ya ha tomado el protagonismo.