¿Cuál es el deporte favorito de Robert Prevost, el nuevo papa, León XIV?
El mundo entero quedó expectante cuando, a las 18:07, el humo blanco se elevó desde la Capilla Sixtina. La Iglesia Católica había elegido a su nuevo líder: el cardenal Robert Prevost, quien asumirá el papado bajo el nombre de León XIV. A sus 69 años, el estadounidense de raíces francesas y españolas hizo historia al convertirse en el primer pontífice nacido en Estados Unidos y el segundo americano en dirigir la Iglesia, tras el papa Francisco. Sin embargo, más allá de su perfil religioso y su fuerte vínculo con Latinoamérica, especialmente con Perú, el nuevo Papa sorprendió por un detalle poco común en el Vaticano: su pasión por el tenis.
En más de una ocasión, León XIV ha confesado su amor por este deporte. “Me considero un gran aficionado al tenis”, dijo en una entrevista publicada en augustinianorder.org hace un par de años. “Desde que dejé Perú tuve pocas ocasiones de practicar, así que estoy deseando volver a las canchas”. Fue precisamente durante su extensa estadía en tierras peruanas donde el ahora pontífice cultivó esta afición, que combina con su vocación religiosa. “Me considero un tenista bastante amateur”, agregó con sencillez, dejando claro que aunque el papado lo aleje de la raqueta, la pasión sigue viva.
El vínculo con Perú
Prevost vivió más de una década en Perú, país al que regresó en varias ocasiones y al que considera parte esencial de su historia. En su primer mensaje como Papa, no dudó en dedicar unas emotivas palabras en castellano a la diócesis de Chiclayo, donde fue obispo: “Un saludo a todos aquellos, y de modo particular, a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe. Ha dado tanto para seguir siendo iglesia fiel de Jesucristo”.
Más allá del deporte, León XIV llega al trono de Pedro como una figura moderada y cercana, heredero de la línea pastoral del papa Francisco. Como prefecto del Dicasterio para los Obispos y con una vasta experiencia en América Latina, ha sido clave en la designación de obispos comprometidos con los más necesitados. Su perfil ha sido considerado un punto de encuentro entre los sectores progresistas y conservadores de la Iglesia.

Ahora, bajo los reflectores del Vaticano y con los desafíos del mundo sobre sus hombros, León XIV representa una nueva etapa para el catolicismo global. ¿Tendrá tiempo para empuñar una raqueta entre reuniones y audiencias? Difícil, pero no imposible. Como él mismo lo dijo, “tengo muchas ganas de volver a la pista”.