5ASIDE: Las grandes decepciones de África rumbo al Mundial 2026
Lágrimas, goleadas y decepciones inesperadas. Algunos gigantes africanos quedaron al borde del abismo rumbo al Mundial 2026.
Cuando el sueño se desmorona
Las eliminatorias africanas dejaron historias épicas… y otras cargadas de frustración. En un continente acostumbrado a los milagros, algunos gigantes se desplomaron justo cuando el boleto al Mundial de Norteamérica 2026 parecía al alcance de la mano.
El caso más doloroso fue el de Benín, que llegó como líder del Grupo C y solo necesitaba un empate en la última jornada para asegurar su lugar en el playoff de repechaje. Sin embargo, el destino fue cruel: cayó por una contundente goleada 4-0 ante Nigeria, quedando fuera en la orilla y dejando escapar el sueño más grande de su historia. Lo que pudo ser una hazaña terminó en un golpe demoledor para una generación que había ilusionado a todo el país.
Gigantes en apuros: Nigeria y Camerún
Dos nombres pesan más que ningún otro en el fútbol africano: Nigeria y Camerún. Ambos acostumbrados a los reflectores de las Copas del Mundo, terminaron en segundo lugar de sus grupos, forzados ahora a pelear su supervivencia a través del repechaje.
La Nigeria de Osimhen logró reponerse con fuerza en el cierre, pero el nivel mostrado durante gran parte de la eliminatoria dejó dudas profundas. Mientras tanto, Camerún, liderado por André Onana y con el peso de su rica historia mundialista, decepcionó con actuaciones irregulares y errores defensivos que costaron puntos vitales. Pese a seguir con vida en el playoff, ambos equipos han puesto en entredicho su jerarquía continental.
Las lecciones del fracaso
En África, el talento abunda, pero la consistencia sigue siendo la gran deuda. Entre polémicas, errores arbitrales y caos táctico, estas eliminatorias demostraron que ningún nombre, por grande que sea, tiene su lugar garantizado.
Con Benín eliminado y Nigeria y Camerún luchando por su última oportunidad ante Gabón y la República Democrática del Congo, el camino africano a 2026 confirma una vez más que la gloria y la tragedia suelen jugar en la misma cancha.












