El encuentro entre Manchester City y Everton dejó una imagen que pasará a la memoria de la Premier League: Jordan Pickford, con sus expresiones burlonas, logrando desconcentrar a Erling Haaland en un penal clave. El guardameta inglés se convirtió en el gran protagonista del empate 1-1 al detener el disparo del delantero noruego y extender su sequía goleadora, en un gesto que combinó habilidad bajo los palos con un claro juego psicológico.

La escena se dio en el minuto 53, cuando Haaland se preparó para ejecutar desde los 12 pasos tras una falta cometida sobre Savinho. Antes de que el noruego tocara el balón, Pickford desplegó su particular arsenal de distracciones: gestos exagerados, muecas y burlas que parecían más propias de un actor que de un portero. La tensión aumentó en el Etihad Stadium, y el portero del Everton hizo lo que pocos habían logrado hasta ahora: desconcertar al máximo goleador del Manchester City.

El resultado fue exactamente el buscado. Pickford, con una notable lectura del disparo, se lanzó hacia su poste derecho y detuvo el remate con seguridad. Haaland intentó corregir el error en el rebote, pero el gol fue anulado por fuera de juego. La frustración era evidente en el rostro del delantero, quien no pudo escapar de la sombra del portero rival durante todo el partido.

Así descubrió dónde iba a lanzar el penal Haaland

Un duelo mental que dejó huella

Este penal fallido marcó un punto más en el difícil momento de Haaland, quien acumula una inusual sequía goleadora en la Premier League. Sin embargo, para Pickford, fue un momento de gloria que reflejó su experiencia y capacidad para combinar talento con estrategia mental. El guardameta inglés no solo salvó a su equipo de una derrota, sino que también dejó claro que en el fútbol, los pequeños detalles pueden cambiarlo todo.

Con este empate, el Manchester City se aleja aún más del liderato de la Premier League, mientras que el Everton suma un valioso punto en su lucha por evitar el descenso. Pero más allá del resultado, Pickford demostró que el arte de la provocación puede ser tan efectivo como la mejor de las atajadas.