Que se vayan todos…
Durísima. Real. Dolorosa. Auténtica. Imaginable. Así fue la reacción del hincha de Boca tras la eliminación de la Copa Libertadores. Nada es casualidad, todo fue a causa de una sucesión de desaciertos.
Si hay algo de lo que el hincha de Boca siempre se jacta es de “no insultar a sus jugadores”. No forma parte de su idiosincrasia. Sin embargo, todo tiene un límite y esta vez se superó.
Empecemos por el principio, expresa la filosofía popular. Desde la llegada al poder de Juan Román Riquelme, elegido democráticamente por voluntad de los socios en diciembre de 2023, se fueron encadenando una serie de acontecimientos que llevaron indefectiblemente a un quiebre ideológico.
Por un lado, los “Pro-Román” y por el otro los “Anti-Román”. La famosa “grieta”, cuyo paralelismo se manifiesta en el ámbito político.
El ídolo es intocable para los Pro. Todas sus decisiones son justificadas en ese ámbito. No es así para los Anti, que lo reconocen por su extraordinario pasado futbolístico, pero que no comulgan con su manera déspota y hasta inapropiada de conducir los destinos del club.
Pasados algo más de cinco años de gobierno (incluidos los primeros cuatro de Jorge Amor Ameal como presidente y Riquelme como vice), los resultados han sido negativos.

Riquelme creó en 2019 el polémico “Consejo de Fútbol”, actualmente formado por tres exjugadores: Delgado-Serna-Cascini (al principio fue parte también Jorge Bermúdez, quien más tarde renunció por motivos personales). Todos supieron defender los colores del equipo con grandeza, pero en este rubro han demostrado una total y absoluta ineptitud.
Se ganaron títulos locales en la primera etapa, es cierto, pero los constantes cambios de técnicos debido al yerro en la toma de decisiones, malos mercados de pases, promesas incumplidas respecto a la ampliación de La Bombonera, etc, etc, etc…, han generado el descontento que hoy reina en el ambiente.
“Boca es Deportivo Ganar”, consigna establecida casi como una doctrina en la historia del club. Nada de eso viene sucediendo en los dos últimos años. Cero títulos locales, eliminación en Octavos de la Copa Sudamericana 2024 y la peor catástrofe que puede sufrir un hincha de Boca: no jugar la Copa Libertadores por dos años consecutivos.
En 2024 por no haber clasificado y en 2025 por haber quedado afuera en la segunda fase previa a manos de Alianza Lima, luego de haber invertido casi 25 millones de dólares en refuerzos.
La paciencia se acabó. Riquelme hipotecó su suerte producto de sus propios errores, de su soberbia, del desatino constante y de una retórica que ya no convence a nadie.
Boca Juniors quedó afuera de toda competición continental en 2025, con todo lo que eso significa en lo económico, en lo institucional y en lo deportivo.
Ahora resta saber que será de la vida de su técnico, Fernando Gago, un hombre nacido, criado y surgido de las entrañas del club, a quien el crédito se le ha acabado.
Boca Juniors necesita un fuerte golpe de timón. Debe enderezar el rumbo de manera imperiosa. Ya no queda lugar para un nuevo fracaso.
Visto y considerando que el objetivo inmediato es el torneo local y el mediato el Mundial de Clubes, la consigna debería ser clara: