- Home >
- Fútbol >
- FIFA Club World Cup >
- Carlos, el electricista que dejó su trabajo por ir a ver a Boca al Mundial de Clubes
Carlos, el electricista que dejó su trabajo por ir a ver a Boca al Mundial de Clubes
Carlos no nació en Argentina. Tampoco creció en una casa donde se viviera el fútbol de clubes. Pero eso no fue un obstáculo para que, desde un rincón de Venezuela, naciera una pasión incondicional por Boca Juniors. Y ahora, ya radicado en Estados Unidos, no dudó ni un segundo cuando supo que su equipo jugaría en tierras norteamericanas: pidió permiso en el trabajo… y si no se lo daban, ya tenía clara la solución.
“Si no me lo das, igual me voy. Y si me corren, busco otro trabajo.”
Carlos tenía vuelo para el sábado, pero no aguantó. “Me embalé, como dicen ustedes”, nos cuenta entre risas. El fanatismo le ganó al calendario y terminó saliendo el viernes, junto con un amigo, tras manejar más de 10 horas desde Atlanta para estar presente. “No podía esperar más para ver esto”, confiesa.
Una camiseta que nació de un esfuerzo inmenso
Su amor por Boca comenzó con Gabriel Batistuta, cuando lo vio en el Mundial de 1998 y después lo siguió en su etapa xeneize. En su casa no solían ver partidos, así que él se escapaba a casa de un amigo para ver los juegos.
La primera camiseta fue especial. En Venezuela no se conseguía ropa de Boca, solo de béisbol. Pero su madre viajó tres horas en bus para conseguirle una original en un centro comercial. “Fue un gran esfuerzo, pero lo hizo por mí. Solo vendían ahí. Y me la consiguió.”
Hoy, ya adulto y con trabajo estable, decidió hacer algo más grande: junto con su grupo, mandaron a hacer 350 camisetas en apenas una semana para repartir entre los bosteros en EE.UU.
“Yo pagué las primeras 100. Luego todos se sumaron. 200, 300… hasta que dijimos ‘¡ya basta, loco!’”.
Una camiseta para todo en la vida
Su conexión con Boca va más allá del fútbol. Hace poco compró su primera casa en EE.UU., y cuando su abogado le pidió que se presentara “elegante” a firmar el contrato, él no dudó:
“Fui con mi camiseta blanca de Boca. Es lo más elegante que tengo.”
Ahora sueña con lo único que le falta: visitar La Bombonera. Y si bien aún no ha podido, se siente parte de algo más grande.
“Acá conocí muchos bosteros que me invitaron. Yo no nací en Argentina, pero me dicen: ‘hermano, vos sos de Boca’. Y sí… soy uno más. Medio más uno.”