Un inicio tenso: despedidas, decisiones y malestar

Cuando Luis Enrique llegó al Barcelona en 2014, su idea era clara: renovar el vestuario a su manera. Pero esas primeras decisiones no cayeron nada bien en el entorno de Lionel Messi. Salidas como las de Fábregas, Pinto y sobre todo la del histórico utilero Txema Corbella, golpearon fuerte en el ánimo del argentino, algo que finalmente terminaría por explotar en una pelea que quedó para la historia. 

El cruce que lo rompió todo

La tensión se acumulaba... Y Luego de las fiestas decembrinas, Messi se reincorporó a las prácticas un par de días más tarde que sus compañeros con permiso del club, algo que no fue bien visto a los ojos de Lucho, quien es famoso por no tener concesiones con nadie. 

Durante el entrenamiento interescuadras, Messi reclamó airadamente una falta no cobrada por Luis Enrique, que hacía de árbitro. Hubo gritos, insultos y un cruce duro delante de todo el plantel. El conflicto siguió en el vestuario, y explotó ese fin de semana: Leo fue al banco ante la Real Sociedad, jugó mal y volvió a chocar con el técnico.

Al día siguiente, Messi no se presentó a entrenar. Luis Enrique intentó contactarlo sin éxito. Incluso pensó en abrirle un expediente disciplinario. Solo la intervención de los capitanes evitó una sanción ejemplar, pero algo era claro, la relación estaba dañada. 

Reconstrucción y gloria total

Lo que parecía una ruptura definitiva terminó dando paso a una de las etapas más exitosas del club. Con diálogo y madurez, Messi y Luis Enrique reconstruyeron su relación y lideraron al Barça a un 2015 histórico: Liga, Copa del Rey, Champions, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. De los gritos en enero a los abrazos en diciembre, levantando trofeos juntos.

Cuando el DT dejó el club en 2017, fue el propio Leo quien le pidió que se quedara. Y con el tiempo, ambos reconocieron lo vivido: "Tuvimos una discusión. Nos duró un tiempito", diría Messi. "Hubo tensión que no busqué, pero que tuve que gestionar", confesaría Luis Enrique.

Reencuentro en el Mundial de Clubes

Este domingo, el destino los vuelve a cruzar: Inter Miami vs. Paris Saint-Germain, por los octavos de final del Mundial de Clubes. Viejos conocidos, ahora en bandos opuestos. No habrá gritos, pero sí morbo. Y seguramente, un saludo sincero entre dos que pasaron del choque a la admiración mutua.