Lionel Messi enfrentará al equipo que le dio todo, pero al que nunca se pudo adaptar, la que alguna vez fue su casa… aunque nunca su hogar, el Paris Saint-Germain. Por diferentes razones, el astro argentino nunca logró sentirse cómodo ni dentro ni fuera del campo. Su paso por la capital francesa es recordado por él como una etapa gris, casi lúgubre, en una carrera llena de luz.

El reencuentro con el equipo de Luis Enrique será emotivo. Messi no guarda rencores, pero tampoco tiene un cariño especial por el club. Porque en el PSG lo tuvo todo, menos felicidad. La Pulga nunca terminó de adaptarse al cambio y esta etapa es vista por algunos como una de las más grises de su carrera.

¿Cómo se dio la llegada de Messi a París?

Todo comenzó con una despedida que nadie quería. La situación económica del Barcelona obligó a dejar ir a su máximo ídolo, y París apareció como tabla de salvación. El cuadro parisino le ofreció hasta las perlas de la virgen al rosarino para fichar y él aceptó.

En la temporada 2021-22, Messi aterrizó en el Parc des Princes entre flashes, banderas y promesas de gloria. Con Neymar y Mbappé como compañeros, la expectativa era una sola: formar el tridente más temido del planeta. Aunque la realidad terminó siendo mucho más cruda de lo que se esperaba.

Los días más difíciles

A pesar del contrato millonario, de las luces y los lujos, Messi nunca fue feliz en la ciudad de la luz. En el campo se le notaba apagado, desmotivado, como si cada partido fuera una obligación. Su fútbol, ese que brillaba en el Camp Nou, se volvió intermitente. Y fuera de la cancha, las cosas no eran mejores. Su familia tampoco logró adaptarse a la vida parisina, y el malestar era general.

Cuentan que tomaba vuelos exprés a Barcelona solo para cenar con sus amigos, que escapaba de entrenamientos para cumplir compromisos comerciales, algo que fue considerado poco profesional por el club. En fin, fue la crónica del divorcio anunciado de un matrimonio en el que ambos se vieron beneficiados.

Los resultados obtenidos

Paradójicamente, en medio de su etapa más oscura, Messi sumó títulos con el PSG. Ganó dos Ligue 1 y una Supercopa de Francia, pero el trofeo que realmente buscaban —la Champions League— nunca estuvo cerca.

La salida

Cuando se cumplió el contrato, no hubo ni charlas de renovación. Ni el club lo quiso retener, ni Leo tenía ganas de seguir. El adiós fue casi silencioso, como el de dos personas que saben que no están hechos el uno para el otro. Lo mejor para ambos era cortar por lo sano.

Hoy, dos años después, el destino lo pone otra vez frente al Paris Saint-Germain. Pero ya no como empleado, sino como rival. Y aunque no guarda animadversión, está claro que nada le daría más gusto al argentino que eliminar al campeón de la UEFA del Mundial de Clubes. Pero para que esto suceda, Leo deberá mostrar mucho más de lo que ha demostrado hasta el momento en el torne de la FIFA.